lunes, 28 de marzo de 2011

Chantaje: Avance del cap XI

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Chantaje
Inuyasha es propiedad de Rumiko Takahashi. La trama de la historia es mí autoría. Prohibida la raproducción completa de la misma.

Summary: "— ¿Aceptas?... Era una simple pregunta, pero en su caso la sentenciaba al mismo infierno; y él era el verdugo que se encargaría de conducirla, de darle el golpe de gracia". AU

Avance: Capítulo XI

¿Aquí vivirían?

Kagome se vio obligada a fruncir los labios en una fina y dura línea antes de terminar completamente avergonzada.

— Wow, ¡es impresionante! —comentó su pequeño hermano maravillado—, ¡increíble!

Ciertamente lo era, y eso que solo se encontraban mirando la fastuosa fachada del edificio.

Irrisorio, total y completamente absurdo. Ni quiera podía cavilar en como seria el interior.

— Asombroso, ¿no lo cree? —preguntó Shipou con una sonrisa, mientras dejaba caer pesadamente en la acera una de las maletas—. Nunca pensé que edificios así estén permitidos en Tokio.

La mujer trago en seco disminuyendo un poco el rictus en su rostro al rebuscar alguna palabra coherente en su aturdida y asombrada mente.



— Concuerdo completamente.

¡Aquello era demasiado!, se sentía abochornada.

El joven chofer de ojos verdes se rasco la nuca despreocupadamente. Ella sintió la vibración de su risa fresca y natural mientras tomaba un respiro.

— El señor Taisho es dueño del penthouse que se encuentra en las últimas dos plantas —indicó con uno de sus dedos. Los ojos de Kagome se cansaron de solo seguir el recto recorrido de interminables pisos—. Kaede-baba me comento que es una réplica exacta de uno que se encuentra en Montecarlo. ¡Debe verlo por dentro, señorita Higurashi!

«Debería huir lejos de esta locura. Eso debo hacer»

Asintió levemente para complacencia del joven. Sus pensamientos estaban en una dirección completamente opuesta, en una recta perfecta y continua, muy diferente incluso a los de Souta.

Bien, por lo menos agradeció no haber tenía que observar el rostro de superioridad desde entrada en la mañana de Inuyasha. Podía alistarse e intentar acomodarse, aunque lo último le resultaba meramente imposible en todos los aspectos de la palabra.

La compañía de Shipou había sido la única cuota de tranquilidad que tuvo mientras la limusina avanzaba con rapidez hacia aquí, apresándola en una admirable jaula de oro.

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