miércoles, 20 de octubre de 2010

Nocturno: Cáp II

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Nocturno

Inuyasha es propiedad de Rumiko Takahashi. La trama de la historia es de mí autoría. Prohibida la completa reproducción de la misma.

Summary: [AU] "Una noche toda llena de murmullos, de perfumes y de música de alas….Esta noche, solo; el alma llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte"

Capítulo II: Agonía

Gimió alto por el dolor punzante en su cabeza. El sudor frío, como la hiel, marcándole la piel mientras mantenía los ojos cerrados y sujetaba con ambas manos su sien a punto de estallar.

El dolor logro hacerle flaquear las piernas y su cuerpo sin ninguna piedad choco contra el piso de la habitación. Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras las últimas imágenes que veía a trabes de sus ojos eran turbias.

Inuyasha

Y todo se volvió oscuro.

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El hombre suspiro pesadamente cerrando con delicadeza la puerta de color blanco mate.

Por favor no

La desesperación en su voz, la extrema palidez; el desmejoramiento agravado. Signos y síntomas que él sabía diferenciar tan bien. Esta vez había sido rudo con aquella joven mujer. No podía entenderla, pero por más que no aprobara la decisión que ella había tomado tenía que respetarla.

El juramento hipocrático avalaba la confidencialidad entre paciente y medico.

Y así era desde que él mismo la había atendido y dado aquella noticia.

— Señor Taisho —lo llamo casi con voz solemne y profesional cuando llego hasta él, fijándose atentamente en cada facción del rostro del hombre que tenía en frente.

— ¿Cómo esta?

Aquella pregunta que había escapado de forma desesperada y atropellada poseía una respuesta ambigua. Una respuesta que él tenía que saber dar con el mayor de los recaudos. Trabajaba como medico desde hacía años, enfrentándose a diferentes casos y situaciones, pero este había sido diferente a muchos otros porque veía en los ojos de aquella mujer a su propia hija. Su paciente no superaba la edad de su niña y por ello le era complicado poder negarse al pedido de ella.

Tenía que guardar el secreto.

Observar a esa mujer era como observar a una bella flor en todo su esplendor marchitarse.

— Su esposa se encuentra bien —el hombre frente a él cerró los ojos y lanzo un gran suspiro de alivio. Y él internamente pido que Kami-sama pudiera perdonarlo— Sufrió un pico de estrés, es por eso que la encontró en ese estado. Le recomiendo que guarde reposo unos días antes que se recupere totalmente —el hombre asintió— También le pido que no la someta a ningún tipo de situación que le provoque estrés. Tendré a su esposa en observación un día, mañana será dada de alta

— Quiero pasar a verla —demando Inuyasha cuando vio girarse el médico dando por terminarla la charla. Todavía en su cuerpo podía sentir la adrenalina y miedo inyectado cuando encontró en el cuarto a su esposa completamente inconsciente.

El médico guardo un momento de silencio antes de ladear el rostro por sobre el hombro.

— Por el momento déjela descansar

Avanzo un paso enfrentando aquella decisión ajena a él, pero una mano se poso sobre su hombro y lo detuvo justo a tiempo de armar un escándalo en medio del pasillo del hospital. Observo por última vez al médico antes de verlo caminar y salir de su rango visual unos segundos después.

— Ella ya está bien —le dijo Miroku mientras obligaba sentarse a su amigo, quien solo obedeció por auto reflejo; no porque de verdad este escuchando sus palabras.

Aquel diagnostico no lo había convencido del todo.

Su mente viajo dos meses atrás, ese día soñado para ambos donde por primera vez la palidez y frialdad de Kagome lo habían asustado.

Nunca seguía aquel "sexto sentido" que muchos decían que tenían, pero había algo que lo hacía desconfiar. Algo que le decía que su esposa no se encontraba bien como el médico, Miroku y ella misma decían.

¿Cuántas veces le había parecido tan frágil? ¿Cuántas veces pensó que se quebraría con una simple brisa? ¿Cuántas habían sido las veces que la había escuchado sollozar sin razón aparente?

Solamente esperaba que fuera un juego de sus pensamientos.

Solamente imploraba y pedía eso.

Era él quien quería permanecer por siempre a su lado.

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Ver morir el día y nacer el ocaso era algo que siempre le había gustado desde niña.

Recordaba cuando se sentaba bajo el gran árbol que tenía en su casa y esperaba con ansiedad que pasara ese espectáculo. Todos los días repetía aquella rutina sola o acompañada junto a su madre.

También recordaba que muchas veces lloraba cuando no podía verla cuando estaba enferma, era por eso que su madre la alzaba entre sus brazos y la llevaba hasta la ventana de su propia habitación para que viera como poco a poco el cielo se pintaba de esos matices rojizos en el horizonte.

Experimento la misma embriaguez y felicidad de aquellos tiempos de antaño. Una calidez que se expandía por su cuerpo y le devolvía aquel calor que poco a poco perdía con tanta facilidad que era espeluznante.

Su tiempo se agotaba.

Se acerco hasta el gran ventanal de su habitación y observo el cielo nocturno. Apoyo la cabeza en el ventanal, pero la idea de cerrar los ojos le aterraba. Solamente fijo su vista y sus pensamientos en un punto del manto nocturno indefinido.

— Por favor no —pidió con desesperación intentando reincorporarse de aquella cama en la que estaba acostada. Sus ojos se llenaron de lágrimas al instante y sollozo sintiendo que todo alrededor de ella se desmoronaba.

Los ojos celestes del hombre la observaron en silencio mientras la veía llevarse las manos al rostro y negar con fuerza.

— Su esposo tiene que saberlo

— ¡No! —grito quitando las manos de su rostro y enfrentando su mirada savia y autoritaria— ¡Usted prometido guardar el secreto!

— Pero señora, comprenda que…

— ¡No pienso y no quiero comprender nada! —lo interrumpió nuevamente ella descorriendo la sabana que la cubría para intentar escapar de aquel lugar lo antes posible. Sentía miedo.

Tenía miedo.

El hombre de más de cuarenta años se acerco hasta ella y la obligo nuevamente a recostarse, verificando si por los movimientos bruscos el suero no se había infiltrado.

Kagome intento no mirarlo mientras él llevaba a cabo su labor y volvía a acomodarla en aquella cama de hospital. A pesar de sentir un peso extra junto a ella permaneció inmóvil con la vista fija en la pared blanca.

— No le diré nada a su esposo ni a su familia —comento calmo y pausado. Ella contuvo un nuevo llanto y relajo su cuerpo— Pero…

Las palabras se atragantaron en su garganta cuando ella lo miro fijo. Una mirada de suplica, de gratitud, de temor…Una última mirada.

— Ya sé cómo va a terminar todo esto…ya sé cómo voy a terminar —ella esbozo una sonrisa melancólica alejando por un momento su más grande temor— Usted no debe preocuparse más por mí y yo tampoco. Tengo que preocuparme por él

Tuvo que sentarse en la cama cuando el cúmulo de emociones por sus recuerdos la atormentaba. Hacia una semana exactamente que aquello había pasado.

Le había prometido al doctor tomar los medicamentos pero no había ingerido ni una sola pastilla.

¿Para qué hacerlo? Su final estaba escrito desde hacía seis meses.

Había soportado para permanecer a su lado, porque ella quería permanecer siempre al lado de Inuyasha. Quería darle muchos hijos, quería vivir por y para él. Quería y anhelaba sueños que jamás se cumplirían y que solo ocupaban ese lugar…Sueños.

No tenía valor para enfrentar la realidad, no tenía valor para decirle a su familia y a él que era lo que verdaderamente le pasaba.

Notaba la desconfianza en los ojos de su esposo desde que los síntomas se hicieron presentes. Desde que le era inevitable sostener aquella farsa por más que lo intentara. Su cuerpo ya no la obedecía.

Había días que no asociaba lo que la rodeaba, su mente podía recortar el objeto pero no su utilidad. Había olvidado hasta el nombre de su propio hermano. Se estaba perdido en ella misma, se estaba consumiendo cada día un poco más, pero ya su cuerpo no tenía las mismas fuerzas.

Lo que más le dolía era no poder cumplir su promesa.

No le importaba lo que le pasara a ella, durante estos últimos seis meses no hubo un momento que le importara; solamente importaba él.

Lloraba por él, sufría por él y agonizaba por él.

Se seco con rapidez las traviesas lágrimas que habían escapado de sus ojos y corrió para estar entre sus brazos cuando escucho la puerta de entrada cerrase como todas las noches a la misma hora.

La visión de su mujer en un sencillo camisón de dormir de color blanco, con el cabello suelto y las mejillas algo arreboladas era perfecta. Ella sonrío de esa forma que lo dejaba vulnerable y la estrecho entre sus brazos cuando busco refugio en su pecho.

Se abrazaba con fuerza a él, hundiendo su cabeza en su pecho y buscando un poco de su calor; mientras aspiraba el perfume característico de su esposo.

— Te extrañe tanto —susurro Kagome con verdadera emoción, notando como gracias a sus palabras el abrazo que la unía a él se intensificaba.

Aquella Kagome tan vivas le hacía ver que sus miedos eran infundados que, como él pensó en un principio, todo era producto de su imaginación. Por creer que la felicidad al lado de la mujer que amaba sería completamente efímera.

Su esposa lo sorprendió siendo ella quien estaba vez buscaba sus labios en un beso que le hacía despertar miles de sensaciones en todo su cuerpo.

Inuyasha la sujeto con fuerza temiendo de que ella alguna vez huyera de su lado, y Kagome se sujeto a él temiendo de que la apartaran del lado de su esposo. Ambos temían lo mismo sin saberlo.

— Hazme el amor —le pidió en un murmullo cuando logro separarse lo suficiente de él. Lo miro fijamente perdiéndose en sus ojos cálidos que siempre la habían embelesado. Era ella quien ahora lo necesitaba.

Inuyasha no le respondió, simplemente la beso de forma profunda y ella…ella siento que ya se había terminado todo su tiempo.

Respondió el beso con la misma pasión y dejo que él vuelva a ser su guía en aquel camino que estaba tomando, en ambos caminos donde ella transitaba.

Tal vez ya no volvería a tener más a su esposo. Tal vez esta era la última vez que tenía la oportunidad de poder sentir y expresar aquel amor que la llenaba de fuerza con algo más que palabras.

Esta era su forma de disculparse, su forma de ser egoísta.

Esta era su forma de decirle adiós.

Ella había sido egoísta en muchas formas. Egoísta porque ocultaba en ella misma algo que muy pronto sabría que lo lastimaría, egoísta porque se había aferrado a él y al amor que sentía para vivir…Era una persona egoísta, pero ella no podía condenarlo a él.

Contuvo su amargura y solo se brindo a él exponiendo como siempre lo hacía por completo su alma.

Deseaba que alguna vez Inuyasha pudiera perdonarla por tomar aquella decisión.
Pero era tarde para arrepentirse.

Algunas veces era tan difícil olvidar, y era por ello que le era imposible no recordar algo que guardaba celosamente desde hacía seis meses.

Paciente: Higurashi Kagome

Edad: 23 años

Altura: 1,70 mts

Peso: 67 kgs

Enfermedad: Cáncer cerebral

Estado: Terminal

Ella moría.

Ella agonizaba.

El tiempo se le acababa y ni siquiera el amor que sentía hasta la eternidad por él podía lograr que su más anhelado deseo se hiciera realidad.

Jamás permanecería por siempre a su lado.

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Aquí el 2do cáp, en un día especial. Me fue bien en el parcial de filo, un siete; aunque el profe quiero me saque 9 o 10 XD. Sep, sé que no es un fic feliz, y a una amiga se le escapo una que otra lágrima, pero el fic fue creado sobre la poesía de Silva "Nocturno", una que ya subí el mes pasado. Solo un cáp más y la historia termina.

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