Disfruten.
Chantaje
Inuyasha es propiedad de Rumiko Takahashi. La trama de la historia es mí autoría. Prohibida la reproducción completa de la misma.
Summary: "— ¿Aceptas?... Era una simple pregunta, pero en su caso la sentenciaba al mismo infierno; y él era el verdugo que se encargaría de conducirla, de darle el golpe de gracia". AU
Avance: Capítulo XX
Sus
ojos descendieron hasta el reloj de pulsera sin detener el tamborileo de sus
dedos.
Estaba
retrasado.
Con
absoluto hermetismo posó su mano sobre la taza declinando el cordial
ofrecimiento de la mesera. No era una mala infusión, algo que le resultaba
particularmente extraño. Su paladar estaba acostumbrado a las más finas
delicias. Y, aunque aquel café tampoco
era el mejor que alguna vez hubiera probado, entraba en la corta lista.
Dedujo
que no compartiría su descubrimiento con nadie. Además, lo hiciere o no, era irrisorio. Nadie de su
círculo creería que un pequeño café de la zona este de Tokyo pudiera superar
los estándares de la élite.
No
sólo la bebida era agradable —la
palabra se cargaba de una cierta semántica diferente e insólita que la hacía
reír— sino también el ordenado y pequeño local. Al parecer, contaba con un porcentaje
de clientela frecuente; lo que daba un aspecto de absoluta afabilidad y buen
trato pese a los problemas particulares de ambas partes. En algunas mesas donde
la familiaridad era dada por la concurrencia diaria, la atención resultar más
cercana. Las sillas se volvían divanes y los meseros confidentes temporarios.
El
aroma de las galletas recién horneadas y de las tortas de manzana llenaba la
estancia junto al sonido constante de las máquinas de café. Los empleados volaban
hasta la barra para acercar los pedidos o cargar en las bandejas las órdenes.
Pensó
que el dueño del lugar era estricto a la hora de hablar de pulcritud. Los pisos
y el mobiliario brillaban como nuevos, y los trajes que el personal usaba para
trabajar estaban impecables.
Allí
no había nada que ella pudiera considerar proveniente de su mundo, pero se
sintió como en casa; rodeada de sus costosos y finos muebles de estilo y de su
ropa de diseñador.
—
Lo siento, ¿demoré mucho?
Escuchar
su voz la tomó por sorpresa, algo que no le sucedía desde hacía un tiempo. Con
Inuyasha respirando sobre su cuello estaba más atenta y persuasiva. Quería minimizar
el riesgo que implicaba ser abordada de semejante forma.
—
Te asusté. No estaba en mis places que sucediera —se excusó—. Pensé que habías oído
el ruido de la silla.
—
No, estaba absorta.
Él
alzó ambas cejas extrañado mientras adoptaba una posición más cómoda.
—
Es inquietante en ti. ¿Hay algo que quieras contarme?
—
¿Y qué podría contarte yo a ti? —las comisuras de sus labios se asaltaron unas
pocos centímetros para plasmar una burlona sonrisa—. Nada de lo necesario, y déjame
decirte que ello ya lo sabes.
Miroku
se echó hacía atrás, dejando que su espalda reposara plenamente en el respaldo
de la silla. Alzó ambas manos a la altura del torso en una clara señal de verse
atrapado. Contempló en silencio como Kikyou bebía un sorbo de café y relajaba
la postura. Tuvo deseos de preguntar por el atuendo que hoy llevaba puesto,
aunque lo que más le llamaba la atención era el cabello. Lo traía suelto.
Relajaba su rostro y le brindaba un aire místico y bello.
Kikyou
siempre había sido bella; pero allí, en aquel instante, parecía terrenal y no etérea.
Una mujer normal.
—
Y sí, demoraste. La puntualidad no es para ti.
—
¿Cuánto?
—
Quince minutos.
—
Entonces estoy dentro de los límites permitidos.
—
Pero no de los míos.
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