domingo, 14 de octubre de 2012

Vicios: Avance del cap IV

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Vicios
Inuyasha es propiedad de Rumiko Takahashi. La trama de la historia es de mí autoría. Prohibida la reproduccción total de la misma.

Summary: “Todo aquel hábito o práctica que se considera inmoral, depravado o degradante en una sociedad”. No, la verdad era que no le importaba. Si ya había pecado, aquello no iba a detenerlo ahora. Secuela de "Siete Pecados".


Avance: Cuarto Vicio

Kagome se ruborizó al observar el regalo de Bankotsu expuesto sobre la cama.

¿Cómo lograba que terminara haciéndole caso? 

¡Ella no podía usar eso! ¡Ni siquiera era ropa!

La risa que había emitido su amigo aquel día volvió a llenar su cabeza. Él ni siquiera movió un solo músculo. Su cara impávida, como si estuviera hecha de duro granito, jamás lo abandono mientras le entrega la pomposa bolsa de marca francesa.

Era imposible negar la belleza de la prenda, aunque deliberadamente sobrepasaba lo atrevido.

Bankotsu la había citado para regalarle un negligee, ¡un jodido negligee!

El mundo estaba completamente loco.




Se acercó dubitativa, temiendo que la prenda saltara sobre ella o que su esposo abriera la puerta en el instante que sus manos hacían contacto con la misma. Suspiró, como la primera vez que sus dedos se deslizaron por ella, ante la suave textura que proporcionaba el satén. Desde que él le entregó la bolsa, ésta pasó a encontrarse aguardada y escondida en el fondo de uno de los cajones del armario que le pertenecía. Imposibilitando así cualquier posible encuentro entre el negligee e Inuyasha.

Ahora, mientras sus manos seguían deslizándose por la textura exquisita de color blanco, observaba con minuciosidad los detalles delicados pero sensuales: El pronunciado y profundo escote con volados, las mangas que cubrían sus brazos por completos para terminar de manera acampanada, el broche de color negro que mantenía sujetado sus pechos al igual que el moño del mismo color unos centímetros por debajo de este último. También gran parte del vientre quedaba el descubierto pero, como adicional extra, el conjunto contaba con su particular ropa interior haciendo juego.

Sí es que también ello podía llamárselo así.

«—Casos desesperados requieren medidas desesperadas, mon chéri.»

Todavía no podía creer cómo Bankotsu se atrevía, con total descaro, a alentarla hacia la manipulación más baja. ¡Estaba completamente demente! pero, mientras se mordía inconscientemente el labio inferior, la sola idea de olvidar todo le estrujaba el corazón. Ya no podría soportar ni un día más la indiferencia de su esposo y, por más que el negligee la avergonzara, era imposible negar la realidad: Éste era uno de esos casos.

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